No soy de ver novelas, hace mucho tiempo que dejé de hacerlo. No por prejuicios, sino por el nivel de compromiso que exigen. Además, creo los temas que abordan, sean las tradicionales rosa o las nuevas narco, no me interesan. Así que caer en El Sastre, en Netflix, fue realmente un accidente. Tengo la plataforma configurada en inglés por cosas de la vida, y a veces eso me juega en contra, porque ni siquiera sé si se trata de un show en español. Eso fue lo que me pasó con El sastre. Ni sabía que era turca ni que era una novela. De hecho, la imagen me recordó a la película El hilo rojo. Y pues bueno, nada más lejos de la realidad. Estuve a punto de abandonar este drama turco en el segundo capítulo, pero en aras de poder escribir esta reseña, me eché toda la primera temporada de esta truculenta historia. Así que si son amantes de las novelas clásicas, es muy posible que disfruten este culebrón oriental de 7 capítulos de 40 minutos.
Lo bueno
Es muy loco pensar en los gastos de producción en los que pueden incurrir para hacer una novela. Y El sastre es un gran ejemplo, aunque sea discutible la poca investigación para el uso de los recursos. En todo caso, la novela tiene tomas hermosas de los paisajes turcos y no se siente pobre, que es algo muy importante en el género. Lo que más rescato es el trabajo del actor Olgun Şimşek, quien da vida al personaje de Musfata, el padre Peyemi (el protagonista) quien tiene una discapacidad mental. La labor de este actor me recordó mucho a lo que hizo Leonardo DiCaprio en la cinta ¿A quién ama Gilbert Grape?, con un personaje de características similares. Es algo absolutamente convincente y que lo muestra con una fragilidad enorme.
Lo malo
Como decía antes, hay un tema con la poca investigación. La novela empieza con un desfile de modas del protagonista, que lo hace ver como un afamado diseñador de ropa femenina pret a porter. A la postre, nos damos cuenta de que -innecesariamente- eso se hizo para glamurizar la historia, pues en realidad es un sastre de alto nivel que trabaja a pedido de los clientes. Otra cosa que no me gustó es que los personajes protagónicos son nefastos. Y esto no lo digo porque sean imperfectos o tengan fallas, eso sería genial porque los humanizaría y dejaría espacio para una curva de desarrollo. Lo digo porque el galán es un déspota con un carácter insufrible que trata mal hasta a sus amigos, y la damisela es una tonta que no tiene criterio para nada y no sabe seguir las más elementales instrucciones. Los dos, generan un rechazo por sus respectivos defectos que no es fácil de superar.
Lo feo
La historia. El sastre se inspira en un libro, un libro que incluye los eventos traumáticos de pacientes de la escritora Gülseren Budayıcıoğlu cuando era psiquiatra y aún no se dedicaba a contar historias. El tema es que la añadidura de ficción es extrema y la adjudicación de los traumas de muchísimos pacientes recae en muy pocos personajes, lo que los hace un manojo de personas realmente conflictivas y conflictuadas. En El sastre hay desde niñas adoptadas para robarles la fortuna hasta matrimonios forzados por dinero, pasando por madres perdidas, intrigas empresariales, personas con identidades secretas, familiares ocultos e hijos regalados. Justo cuando pensábamos que ya habíamos superado novelas como Como tú ninguna, nos llega esta historia truculenta, complicada y llena de secretos, subtramas y maldad.