No suelo caer en las trampas del cartel de una película. Es decir, no porque alguien esté en el elenco, voy directo a verla. Siempre suma saber quien presta su talento para una cinta, pero para mí, no es determinante. Sin embargo, cuando vi que en la película The Wonder (El prodigio, en español), prácticamente toda la promoción giraba en torno a la figura de la joven actriz Florence Pugh, me llamó la atención. Esta es una película dirigida por el chileno Sebastián Lelio que cuenta la historia de una enfermera inglesa enviada a un pueblo irlandés para observar a una niña que aparentemente puede sobrevivir sin comer, lo que la comunidad percibe como un milagro de Dios. Hay quien la cataloga como drama, aunque yo creo que es más un thriller, caso una novela negra de época, la verdad. Quien espere pirotecnia, efectos especiales o sentimentalismo en exceso, esta no es su película. Esta es una historia seca, ruda, como el clima del páramo irlandés que acoge la trama y que puede verse en la plataforma de Netflix.
Lo bueno
El prodigio es, a pesar de la elaborada y bien documentada producción, una historia mínima. Es tan austera como los pobladores rurales que pone en pantalla. Que sea tan concreta, tan minimalista, es un logro en una era de oropeles y espejismos. En toda la película hay una gran coherencia, que si bien va desnudando secretos y detalles que revelan la verdad escondida, lo hacen a un ritmo y de una manera lógica, no hay sorpresas ni atajos. Es una historia bien amarrada, aunque es a la vez muy dura y sórdida. Esta película mantiene al espectador en una constante expectativa porque nada es obvio y eso solo es producto de un guión muy bien escrito. El mayor peso de la historia recae en el trabajo actoral de Pugh, que aunque a veces pudiera sentirse un poco joven para el papel, debe agradecer que su voz grave la ayuda a cerrar las brechas en más de una ocasión. Su labor es solvente y convincente, desde una contención y resignación que se entienden con el desarrollo de los eventos. Para mí, el mayor logro de la cinta es su atmósfera, que me resulta un poco difícil de describir, pero que es un poco asfixiante -a pesar de los hermosos paisajes- por la incertidumbre reinante, los secretos constantes, los intereses ocultos y las motivaciones personales. Es como una cárcel a cielo abierto que el público puede sentir como tal. Todos tenemos secretos y la película lo deja muy en claro, tanto, como que es parte de la humanidad, independientemente de la época en la que se viva.
Lo malo
Esta historia está basada en un libro homónimo que no he leído. No sé cómo se lleve el tema del desarrollo del personaje de Pugh en el texto original, pero en la película, se reduce a lo mínimamente esencial. ¿Basta para entender al personaje? Sin duda, pero personalmente se me hace un poco insuficiente para conectar con él, que es otro nivel más allá de entenderlo. Quizás el director no busca empatía, solo comprensión, lo cual es válido, pero en el camino se sacrifican capas muy interesantes de desarrollar. Insisto, no es malo per se, solo creo que se limita la posibilidad de que el actor, en este caso, Pugh, se luzca con algo más allá de lo que está viviendo en el momento, y la amarre a algo que puede que no hayamos visto, pero que la sigue afectado. Puede que sea solo un tema de estilo narrativo, de solo dar pistas más allá de mostrar una imagen.
Lo feo
En este apartado debo confesar que me pasa un poco lo mismo que en el anterior. El desenlace de la historia no es malo, pero me faltaron ingredientes para poder entender, y quizás justificar, que las piezas del rompecabezas quedaran como quedaron. De hecho, durante casi toda la película pensé que un personaje, el del periodista, era muy distinto a lo que aparentemente terminó siendo. No queda del todo claro ese elemento de la historia. Es complicado hablar de esto sin hacer spoilers, pero si bien que ese personaje fuera de la manera que fuese y otra no afecta el final, le suma y le da capas saber si hubo sacrificios reales o motivaciones honestas para que las cosas pasaran como pasaran. Quizás mi pecado es no haber leído el material de origen y esperar que la adaptación a la pantalla me de todas las respuestas, pero no creo ser el único que se quedó con la incertidumbre sobre esos cabos sueltos. No es trascendental esto de lo que hablo, es un detalle, pero en los detalles está siempre la diferencia entre lo que es bueno y lo que pudo haber sido sublime.