Un psicoterapeuta judío que es secuestrado por un paciente, quien resulta ser un asesino en serie obsesionado por recuperarse de su convulsión. Esa es la premisa de la serie El paciente -disponible en Star+, y que tienen a Steve Carell y Domhnall Gleeson en los roles protagónicos. De buenas a primeras, parece una historia un poco extrema, pero gracias a la manera en la que es presentada, consigue la suficiente verosimilitud para encontrar su camino de forma sólida. En 10 episodios cortos se plantea una historia muy interesante y llena de suspenso que abre la reflexión a temas como la necesidad de comunicarse, de perdonar, el valor de la familia y los límites que como personas nos ponemos a nosotros mismos.
Lo bueno
La historia es lo mejor que tiene El paciente. Aunque pueda parecer un poco exagerada, la manera en la que se plantea, la hace no solo posible, sino aterradoramente cercana. Las circunstancias de cada uno de los personajes les dan una identidad muy completa y sólida, con capas de complejidad muy necesarias, que además se van mostrando a medida que la historia avanza. En el caso del criminal, todo está un poco más claro, pero con respecto al terapeuta, los flashbacks nos van mostrando una compleja vida familiar que va develando problemas que ni se sospechaban. Igualmente, las conversaciones imaginarias que sostiene el personaje del terapeuta con su psicólogo y amigo resultan muy interesantes para entender las motivaciones del rehén. El trabajo actoral tanto de Carell como de Gleeson está muy bien. Cada uno logró encontrar a su personaje de una manera fenomenal y darle matices muy sutiles dentro de los respectivos infiernos que viven. Para mí, resultó muy valiosa la conversación que abre la serie en torno a la necesidad de comunicarse y sanar las heridas, que, aunque se crean inofensivas, pueden minar la mente y las emociones de las personas sin que se den cuenta y seguir afectando a las personas de por vida.
Lo malo
Si tuviera que destacar algo que me parece que pudiera mejorarse, es la falta instinto de supervivencia del secuestrado. Aunque fantasea con varias ideas para escapar de la situación que lo mantiene vulnerable, es poco lo que trata realmente para conseguirlo. En las sesiones ficticias que sostiene con su terapeuta, deja “en claro” algunas de las razones por las que no va más allá y trata con más ahínco de escapar o neutralizar a su captor, pero la verdad es que no resulta muy convincente. Tampoco queda expresado de manera clara que se trata de excusas por miedo, traumas o estrategia. Sí falta un poco de lucha por parte de este personaje para sobrevivir, en especial, después de que ve lo que su captor es capaz de hacer. No hay un momento real de quiebre, al menos emocionalmente, de parte del rehén cuando se percata de que su propia vida está en peligro, aunque de manera muy racional toma ciertas previsiones.
Lo feo
Encadenado como está a un punto de la habitación donde está retenido, el terapeuta tiene un radio de acción física muy limitado. Sin embargo, tiene la posibilidad de interactuar con la madre de su captor. Sí me sorprendió que el terapeuta no tratara de “manipular” la situación para “quebrar” a la señora y lograr que lo ayudara. Hay toda una historia detrás del comportamiento de ella, pero de nuevo, no hay el menor intento de encontrar una aliada en ella o tratar de usarla a su favor. Creo que al menos haber expuesto el intento fallido hubiera podido dar cuenta de las ganas de vivir/escapar del rehén. También, hubiera servido para mostrar que la madre estaba tan perturbada como el hijo y que no había manera posible de que lo ayudara. La madre es definitivamente un personaje al que se le pudo haber sacado mucho más jugo y darle mayor profundidad en vista de lo que había vivido. Algo que no termina de cerrar o tener mucho sentido, es el exquisito paladar que tiene el captor. Sus refinados gustos culinarios se explican a través de su trabajo, pero allí queda eso. Con una importancia aparentemente mayor a la que realmente termina teniendo.