Netflix ya tiene disponible en su menú de Suspenso/Terror la cinta Corre, una historia muy entretenida que aborda un tema que si bien no es nuevo, nunca deja de generar interés: el Síndrome de Münchhausen por poder. Esto es una enfermedad mental reconocida en la cual el cuidador de un niño, con frecuencia su propia progenitora, inventa síntomas falsos o provoca síntomas reales para hacer parecer o hacer que el niño está enfermo y así sentir algún tipo de gratificación emocional, buscando simpatía y atención. Por esto también se le considera una forma de maltrato infantil. Corre, de 2020, trae a la palestra este asunto, como ya lo hizo la serie de televisión The Act en 2019, y demuestra que es un tema que atrae al público por lo sórdido de su naturaleza y su arraigo a la realidad.
Lo bueno
Corre es una película entretenida, que si bien no va a llegar a las listas de premiaciones o festivales, resulta una buena opción para los amantes del suspenso. Sarah Paulson lo hace muy bien como la madre abusiva, y Kiera Allen, en quien recae el mayor peso de la película al ser la hija abusada, está a la altura de las exigencias.
La cinta sin duda tiene varios momentos en los que crea maravillosos climas de tensión que ponen al espectador al borde de su asiento y que para mí son los picos mejor logrados de todo el largometraje. El final, termina siendo mejor y más humano de lo esperado, porque a fin de cuentas, a todos nos corre sangre por las venas.
Lo malo
El guión de Corre bien ha podido trabajarse mejor para pulir algunas cosas y lograr un mejor resultado. Parece haber sido escrito con cierto apuro. Yo particularmente detesto cuando se plantan descaradamente elementos que vienen a explicar ciertas situaciones y especialmente motivaciones de los personajes. Y esto sucede en Corre. Hay una escena en particular donde por obra y gracia de una caja, se desenreda toda la madeja y se entiende todo mágicamente. Para mí, flojera y ganas de resolver rápido.
Lo feo
Si bien el móvil del personaje de la hija es la supervivencia, llega un momento en el que la muchacha prácticamente tiene super poderes y algunas cosas empiezan a perder verosimilitud. Pero claro, al ser la víctima, un poco esperamos que las cosas le salgan bien, pero igual es un recurso del que no se puede abusar.