Últimamente, siento que me cuesta comprometerme mucho con la idea de ver una serie, así que de entrada no es mi plan ideal. Sin embargo, mi voluntad siempre sucumbe si la sinopsis o la imagen en la plataforma de streaming me seduce un poquito. Algo así me pasó con La diplomática, una serie de 8 capítulos que está disponible en Netflix y que cuenta con Keri Russell (la inolvidable e indecisa Felicity) en el rol protagónico. Es una suerte de spin off de House of Cards, pero fuera de la Casa Blanca, circunscrita al mundo de las relaciones exteriores. Una funcionaria del cuerpo diplomático estadounidense, Russell, quien debía volver a Kabul a terminar una misión, repentinamente es asignada como embajadora de su país en Inglaterra en medio de una crisis internacional ocasionada por un atentado aún sin responsables. De allí en adelante, se inicia una trepidante historia de suspenso político que se entrelaza con la nada sencilla vida personal de la protagonista. No se trata de una miniserie, el final de estos 8 capítulos deja abierta la necesidad de una nueva temporada que aclare las cosas y lleve a un desenlace.
Lo bueno
El tema diplomático no es nuevo, pero sin duda, no es tan interesante como el de las más altas esferas del poder que puede verse en series como House of Cards o The West Wing. Sin embargo, tiene su encanto, pues combina un poco el mundo del espionaje y la inteligencia en escenarios más exóticos. Y eso es justo parte del encanto de La diplomática. El contexto en el que suceden las cosas en la serie se siente bastante real en términos de las amenazas y sus responsables. Las posturas de los países también parecen reflejar las reales intenciones de los países involucrados, así que -aunque es ficción- se nota que hay una investigación serie de por medio al momento de plantear los acontecimientos. Igual, seguramente cualquier miembro de un cuerpo diplomático real pudiera discutir mi postura con argumentos sensatos, pero lo que quiero decir es que se habla del mundo real, donde no existe el reino de Genovia o Narnia. En la serie, por fortuna todas las actuaciones están en un mismo tono y son sólidas. Me es raro ver a Russell en un papel de este tipo, pero a la vez es satisfactorio disfrutar de su talento en otro registro. Algo que me gustó mucho es que la serie tiene un perfil de inclusión muy orgánico, donde la gente es como es y no hay que justificar o explicar nada. Por supuesto, es una inclusión selectiva donde latinos, indios o nativos americanos no juegan, porque la prioridad son los afroamericanos y asiáticos. Algo maravilloso que tiene la serie es que muestra cómo se va desarrollando una relación de sororidad entre varios personajes femeninos que desde el comienzo mostraban mucho recelo la una por la otra, pero se dan cuenta de que juntas son más fuertes.
Lo malo
Así de algo puede que peque La diplomática es de simplificar ciertos procesos y relaciones en el complejo mundo en el que se desarrolla la historia. Por razones narrativas obvias, no puede haber tantos personajes y la burocracia debe minimizarse para que la acción transcurra de una manera más fluida. Se ve que la embajada estadounidense es una monstruosidad de edificio donde trabaja un contingente de funcionarios, pero solo vemos interactuar un puñado de ellos que hace prácticamente todo. Insisto, debe ser todo un reto simplificar estas estructuras tan jerárquicas para que no alarguen ni hagan mella en la trama, así que es una licencia que hay que asumir y aceptar.
Lo feo
Si bien el trabajo de Keri Russel como la atribulada embajadora estadounidense en el Reino Unido es sólido, a veces sí siento que es un poco joven para el rol. Hay que admitir que se hicieron esfuerzos para hacerla ver menos joven y bella, pero no siempre funcionan. Creo que tener un mejor contexto de su vida antes de ser embajadora hubiera podido explicar su actitud tan poco dada a usar vestidos, maquillaje o aprovechar su imagen. Se sugiere muy superficialmente que es una activa trabajadora en el campo de batalla en lugares en conflicto, lejos de cocteles, recepciones y discursos, pero aun así es algo que puede explotarse mejor. No dar contexto de la historia personal de los personajes obliga a tener que justificar de alguna manera sus acciones y eso, lamentablemente, no siempre sucede.