A Steve Carell lo conocí como actor gracias a Virgen a los 40 y me convenció por completo después de verlo en The Office. Desde entonces, trato de ver las cosas en las que se involucra porque rara vez hace algo que no me guste. Por eso, cuando vi que en Netflix estaba una película llamada Irresistible, que además cuenta con el trabajo de Rose Byrne, me fui con más confianza. No se trata de una película nueva nueva, es del año 2020, pero recién llega a la plataforma de streaming ¿De qué va la cinta? Es una comedia que se ubica unos años después de la victoria presidencial de Donald Trump en EE. UU. En medio de la polarización nacional y aun sin tener claro cómo fue que perdieron o qué deben hacer, los demócratas encuentran a un hombre común y corriente que personifica lo que ellos creen que deben ser los valores de un político de tu tolda. Deciden entonces ir hasta este remoto pueblo y apoyarlo para que se lance a candidato a alcalde y demostrarle al país que el estadounidense de a pie, es demócrata de alma y convicción. Los republicanos se enteran del plan y hacen su respectiva movida para apoyar al actual alcalde y que sea reelecto por su bando político. Se desencadena una inesperada guerra política en un pequeño e irrelevante pueblo que termina de manera sorpresiva y con más lecciones de las que cualquiera hubiera imaginado.
Lo bueno
Si bien el cine es entretenimiento, es también muchas cosas más. Por fortuna es así, o solo estaríamos rodeados, aún más, por cintas de superhéroes y fantasía de evasión total. Irresistible es un claro ejemplo de lo que es el cine pertinente. No se trata de una cinta solemne o aburrida, nada más lejos de eso. Es una comedia, un tanto oscura, con toques de drama, suspenso e ironía. Tiene un buen balance de géneros, donde no predomina ninguno y lo que lleva la batuta es la historia. Lo mejor es que no hace proselitismo por ningún bando y parodia con descaro lo que los políticos son capaces de hacer por ganar votos. Se burla abiertamente de ese engendro en el cual se ha convertido la política y de sus herramientas y métodos para subsistir. Es una película sencilla, sin aspavientos de efectos especiales o derroches técnicos. Un guión muy bien escrito, con una intención clara, sirve de brújula para que los actores den un desempeño decente y ajustado a lo requerido. De nuevo, lo que brilla es la historia y las lecciones que pretende dejar, no es una plataforma de promoción profesional para nadie ni un anzuelo para premios.
Lo malo
Aunque no es necesariamente algo malo, se trata de una historia muy estadounidense, que responde a una realidad política muy específica, no solo en su geografía, sino en su momento histórico. No es que sea algo ininteligible para una persona que no sea estadounidense, pero sin duda, hay cosas que se pierden en la traducción y ante la falta del contacto con esa cotidianidad política. Muchas de las referencias que identifican a cada bando, que son vistas como un cliché, pueden que no sean leídas del todo por alguien que no esté muy familiarizado con ellas. Eso no hace que la historia no se entienda, pero sin duda, pierde brillo, pues hay muchos detalles y críticas en ellas. Tengo clarísimo que no es una película que se haya hecho pensando en audiencias globales y que con ser vista en casa, se daba por servida.
Lo feo
El papel de asesora política que tiene Rose Byrne, y que ejecuta maravillosamente bien, siento que ha podido tener más relieve en la trama. Entiendo que ella no es la protagonista y que darle más espacio hubiera podido ser un poco confuso, en especial cuando hay referentes en el cine de historias parecidas, como la relación entre Kevin Vallick (Michael Keaton) y Julia Mann (Geena Davis) en la película Speechless, de 1994, donde surge un romance entre dos asesores políticos de bandos contrarios. Sin embargo, igual considero que ha podido explotarse mejor esa rara relación de codependencia y competencia constante entre ellos. Restarle protagonismo al lado republicano no lo veo necesariamente como un apoyo a este partido, solo creo que se aprovechó la oportunidad de exponer a un bando que tradicionalmente los medios y la industria del entretenimiento apoya más e incondicionalmente. Es poco lo que ya puede criticarse de los republicanos, pero es mucho lo que queda por decirse de los demócratas y así se hizo. Igual, la cinta no es ni permisiva ni alcahueta con nadie. Vale la pena mencionar acá que el desarrollo de los hechos es algo bastante inverosímil, pero bajo el formato de farsa en el cual se presenta la historia blinda de cualquier crítica a una historia que a final lo que pretende es burlarse de un sistema que parece haber perdido el norte y olvidarse de que su función es trabajar por y para la gente.