Las series juveniles parecen ser una cantera infinita para cada generación. Sin embargo, no todas las producciones que salen al aire tienen la misma calidad o trascendencia. Retomando lo que en los años 90 fue la disruptiva y adelantada a su época My So Called Life, ha habido excelentes nuevas propuestas como Never Have I Ever y Sex Education. A la lista se suma ahora Heartstopper. Casualmente, los tres ejemplos que cito de fecha reciente son de Netflix. Para quienes tienen aun sensibilidad con los temas LGBTI, sepan por adelantado que el protagonista de esta serie inglesa es un adolescente de 14 años que es abiertamente gay. Así que pueden imaginarse por dónde van los tiros. Heartstopper está inspirada en el webcómic homónimo, de Alice Oseman, lo cual ya es una novedad en sí mismo. La primera temporada, de 8 capítulos de media hora cada uno, ya está disponible en Netflix.
Lo bueno
Sin lugar dudas, debo comenzar por decir que me alegra mucho la normalización de un protagonista adolescente gay en la televisión. No es el primero, pero sin duda, es uno de los mejor logrados. En Heartstopper vamos siguiendo la historia de Charlie, un adolescente que es abiertamente gay y no tiene problema con ello, salvo por el acoso del que es víctima en su escuela solo para niños. En su incipiente recorrido por la vida, le acompañamos a decepcionarse del amor, a ilusionarse, a hacer nuevos amigos, asumir nuevos retos y pelear contra sus demonios. Como serie juvenil actual que se respete, se tocan temas como la inclusión, el acoso escolar, la sexualidad, las inseguridades, la amistad, el sentido de pertenencia, la vocación, la identidad, el amor y el rechazo. Aunque parece que responde a una fórmula clásica, esta serie está empaquetada de una conmovedora manera y con personajes entrañables. Imaginarse lo que esta serie puede significar para jóvenes en situaciones parecidas en la vida real y verse reflejados de una forma tan honesta y tan verdadera, sin duda nos hace pensar en el poder que puede tener un programa para llegar y tocar a la gente. Una de las cosas que más me gustó es lo poco sexualizado que está el contenido en general. Hay que pensar que los protagonistas tienen 14 y 16 años, y aunque las hormonas puede que estén revueltas, no llega ni remotamente a ser lo que es Élite, por ejemplo. El elenco de Heartstopper está conformado por gente absolutamente normal, de edades parecidas a las de sus personajes, perfectamente imperfectos, lo que acerca a la historia sin intimidar a nadie.
Lo malo
Aunque no es necesariamente malo, todo depende del cristal con el que se mire, uno de los aspectos más curiosos de la serie es el optimismo que guía toda la trama. Y escribo esto acá porque no cabría en ninguna otra parte. Si bien es genial que un producto de este tipo nos presente una idea de tolerancia, aceptación y bienestar durante momentos como “salir del closet”, puede que romantice una realidad que no siempre es así. Entiendo perfectamente que hay que apuntar al mejor escenario posible y usar este show y su éxito para educar a la gente, pero ¿qué pasa con ese adolescente que no tiene amigos como los de la serie? ¿cómo se siente el joven que no es aceptado por su familia por su orientación sexual? Hay muchos para quienes la vida no es como en la televisión y ese choque sin duda frustra. Solo creo que, aunque a los personajes les pasan cosas malas y no todo es color de rosa, la realidad a veces es más fuerte e injusta de lo que se muestra en Heartstopper.
Lo feo
Hay algo que lamentablemente parece ser la pata coja de muchas producciones adolescentes, y es la poca o nula presencia de las figuras maternas y paternas. Y se entiende que no se va a convertir en una serie familiar (¿aunque por qué no?), pero la historia no puede desenvolverse en un universo ficticio más parecido a El señor de las moscas que un reflejo de la sociedad británica. También es algo raro que en Heartstopper esta ausencia de figuras paternales no sea igual para todos los personajes, y sin una razón clara todavía para que esto sea de esta manera. En series juveniles como 90210, Sex Education e incluso My So Called Life, la presencia de la familia de los protagonistas ayudaba a mover la trama de maneras muy interesantes y daba la oportunidad de plantear dinámicas narrativas necesarias y reales. Igual esto no es algo insalvable, pero no deja de ser una lástima que esto haya quedado fuera de consideración al adaptar el cómic.