La plataforma de streaming Netflix estrenó hace poco la mini serie española llamada El desorden que dejas. Se trata de la adaptación para la pantalla de la novela homónima de Carlos Montero. Es un thriller en clave femenina que se desarrolla en una locación ficticia en Galicia. Inma Cuesta y Bárbara Lennie son quienes llevan sobre sus hombros los roles protagónicos de esta historia que se cuenta en 8 episodios y que engancha desde el primero.
Lo bueno
Para mí, lo primero que rescato es que la historia se desarrolle en Galicia y nos exponga a acentos y paisajes distintos a los habituales. Es una Galicia real, fría, lluviosa y misteriosa. En segundo término, destaco la calidad de la producción en general, que no tiene nada que envidiarle a una serie de factura estadounidense o inglesa. Fotografía, arte, dirección, música, casting, todo se integra al servicio de una historia, de la cual resulta más interesante la manera en la que se cuenta que la historia en sí misma. Resalto también que se toque un tema como el bullying que sufren los profesores, un asunto del que poco se habla, pero que silenciosamente cobra sus víctimas a cambio de nada, como suela pasar habitualmente con el acoso. Finalmente, hay que nombrar el maravilloso trabajo de acentos que hacen los actores no gallegos y que le da una verosimilitud al cuento que se agradece.
Lo malo
A medida que la maraña que envuelve la trama de El desorden que dejas se va desenredando, empiezan a encontrarse ciertas incongruencias o puntos poco creíbles que hacen que interés en el guión. No me he leído el libro del que se adapta la historia, pero en cuanto a lo que se ve en pantalla, sí debo decir que hay algunos cabos sueltos convenientemente. Para el momento en el que estas cosas empiezan a aparecer, uno ya está lo suficientemente intrigado con el desenlace que es capaz de hacer concesiones en aras de enterarse de qué pasó con Viruca (Bárbara Lennie).
Lo feo
Creo que la relación entre Raquel (Cuesta) y su difunta madre ha podido profundizarse más, pues no queda del todo claro el origen de la toxicidad que la define y que nos empeñan en mostrar durante la serie. Es quizás hasta el final que se asoma una suerte de explicación a la codependencia entre ambas, pero desde mi punto de vista, es insuficiente. Metería en lo feo el accionar de algunos personajes que convenientemente aparecen a hacer ciertas cosas y que la historia ruede. De nuevo, no sé como aparece en el libro, pero en pantalla es cuanto menos sospechoso y una salida fácil a más de un tema.