Netflix compartió recientemente en su plataforma la película Beauty, una historia que aborda los inicios profesionales de una joven norteamericana de color en la industria de la música a principios de la década de los 80. Si bien mucha gente insiste que se trata de una trama inspirada en la vida de Whitney Houston, por las no pocas coincidencias que hay, nadie de la producción ha confirmado que sea así. No es una película común, es casi más experimental, y aunque parezca que coquetea con la idea del musical, prepárense para sorprenderse.
Lo bueno
La propuesta de la película como tal es lo que más rescato. Pero ¿a qué me refiero? Pues en Beauty nos encontramos con una protagonista joven, bella y super talentosa en cuanto a cantar se refiere. De entrada, la presentan como la nueva promesa de la música, pero nunca, nunca la oímos cantar. De manera brillante su voz se convierte en el gran personaje ausente de la trama, y eso funciona a las mil maravillas. Lo que sí oímos es una increíble selección musical de voces femeninas negras que configuran las principales influencias de Beauty y que ella estudia con esmero y al calco de la mano de su madre. En la cinta no se cuestiona el talento de Beauty ni se expone a que sea juzgado por el público, lo que importa son las motivaciones del entorno, las relaciones humanas, la ilusión que causa en una familia poco funcional la idea del éxito y las realidades de una competida industria.
Lo malo
Antes que todo, hay que decir que Beauty no es una película comercial. Está más cerca de ser una película de autor, en todo caso. Y eso no es del todo malo, solo lo aclaro para que no haya expectativas que luego no se cumplan. Se trata de una cinta con un ritmo muy particular, donde es más lo que las historias se sugieren que lo que realmente se muestra de ellas. Tiene silencios inesperados y saltos temporales. Si le gustan las rarezas, puede que disfrute este material que a ratos tiene tintes un poco teatrales, pero sin llegar a ser una cosa muy extravagante o difícil de digerir.
Lo feo
Parte del encanto de la cinta puede que sea a la vez una de sus mayores debilidades. El cierre de la película nos deja con ganas de más, pues se siente que la construcción de todo fue muy grande para un desenlace tan flojo. Sin embargo, no es accidental, es parte de una narrativa en la cual los procesos y las menudencias son más importantes que la fama resultante. Si bien la protagonista tiene una curva de aprendizaje maravillosa, en la que aprende que si quiere estar en el juego debe aprender sus reglas, parece la única con un proceso de este tipo. El resto de los personajes se queda un poco atrás en términos de evolución o cambio. La cinta termina siendo un corte transversal en una historia mil veces contada donde se combinan la ilusión, la ambición, la envidia, el amor, el talento y la música, aunque esta vez desde el silencio.