El síndrome de Asperger o simplemente Asperger, se define como un trastorno neurobiológico, en el que hay dificultades en las habilidades sociales, en el uso del lenguaje para lograr una comunicación asertiva, además de un comportamiento repetitivo y perseverante y con intereses limitados. Se estima que es el más frecuente de los trastornos del espectro autista, alcanzando una prevalencia de 3.6 por 1000 niños en edad escolar. Se observa con más frecuencia en niños que en las niñas (relación de 4:1) y no se observan diferencias según nivel socioeconómico. La etiología del Asperger aún se desconoce, sin embargo, hay estudios que demuestran que familias en las cuales existe un individuo afectado por el Síndrome de Asperger, en el 46% de los casos se encuentra un segundo familiar de primer grado también afectado, lo que sugiere cierta agregación familiar.
El Síndrome de Asperger fue descrito por primera vez en 1944 por el pediatra austríaco Hans Asperger, a partir de la observación de un grupo de niños con las siguientes características:
- Niños socialmente extraños, ingenuos, desconectados unos de otros.
- Adecuado uso del lenguaje, buena gramática y vocabulario extenso.
- Discurso fluido, pero literal y pedante.
- Pobre uso y comprensión de la comunicación no verbal.
- Interesados por temas específicos.
- Con una inteligencia promedio o superior, pero con dificultad en aprender tareas convencionales.
- Pobre coordinación motriz.
- Falta de “sentido común”.
En la actualidad para realizar el diagnóstico se han definido ciertos criterios, entre ellos los CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades) 10 y DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) IV:
- Niños con lenguaje normal.
- Déficit en la calidad indicadores de interacción social.
- Manifestaciones repetitivas y estereotipadas de intereses y actividades en general.
- Dificultades en la interacción social que se manifiestan con al menos dos de las siguientes:
- Dificultades en el uso de múltiples comportamientos no verbales, tales como contacto visual, expresión facial, posturas de cuerpo y gestos.
- Incapacidad para establecer relaciones con iguales, adecuadas a su nivel de desarrollo.
- Ausencia de la búsqueda espontánea para compartir placer, intereses o logros.
- Ausencia de reciprocidad social o emocional.
- Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitiva y estereotipados:
- Preocupación absorbente, repetitiva y estereotipada, restringida a uno o más temas de interés, que es anormal en su intensidad o en su enfoque.
- Adherencia aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.
- Manierismos motores estereotipados y reiterativos (por ej: retorcimiento o aleteo de dedos y/o manos o movimientos complejos con el cuerpo).
- Preocupación persistente con partes de objetos.
- El trastorno causa incapacidad para la adecuada adaptación social, ocupacional y en otras áreas importantes del desarrollo.
- No hay un retraso clínicamente significativo en el lenguaje (por Ej.: palabras sueltas a la edad de 2 años, frases comunicativas a los 3 años).
- No existe un retraso clínicamente significativo para su edad cronológica, en el desarrollo cognitivo, de habilidades de autoayuda y comportamiento adaptativo (salvo en la interacción social) o de curiosidad por el entorno.
Queda claro que el diagnóstico del Síndrome de Asperger es esencialmente clínico. Este incluye una historia médica completa, con antecedentes personales y familiares, que considere el entorno en que se desenvuelve el niño, y que profundice tanto en su desarrollo (lenguaje y expresión de habilidades cognitivas), como en sus destrezas sociales y emocionales, con una evaluación multidisciplinaria, que incluya profesionales médicos, psicólogos, neurólogos, y psicopedagogos. Sin embargo, se pueden requerir pruebas adicionales como el electroencefalograma, la resonancia magnética funcional o estudios genéticos entre otros.
Tras el diagnóstico, el manejo de los pacientes con Síndrome de Asperger es de tipo individual y multimodal y se incluyen medidas tanto farmacológicas, como no farmacológicas. La intervención se orienta a mejorar algunos indicadores generales de funcionamiento, promoviendo los recursos con los que cuentan los niños y disminuyendo los potenciales obstaculizadores. Con respecto al tratamiento farmacológico no existe un medicamento específico para la patología. Su uso se aconseja en relación al manejo de algunos desórdenes frecuentes o de síntomas que puedan dificultar más el desarrollo de las potencialidades de estos niños. También hay estudios a favor de algunas modificaciones dietéticas que pueden favorecer a los pacientes como los regímenes libres de lactosa, caseína, gluten y azúcares refinados.
Las terapias que han demostrado utilidad en estos pacientes son las siguientes:
- Comunicación asistida: puede consistir en usar teclados, tableros de letras, tableros de palabras y otros dispositivos (p. ej., sistema de comunicación por intercambio de imágenes), con la ayuda de un terapeuta.
- Entrenamiento de integración auditiva: la persona escucha sonidos especialmente preparados a través de cascos.
- Terapia de integración sensorial: este es un tratamiento para problemas motores o motores y sensoriales, aplicado normalmente por terapeutas ocupacionales.
- Ejercicio y fisioterapia: el ejercicio es terapéutico en muchas personas con trastorno autista y puede ser útil un programa de ejercicio regular diseñado por un fisioterapeuta.
- El entrenamiento en habilidades sociales puede ayudar a algunos pacientes, como los que presentan un trastorno de ansiedad concomitante. Es probable que el entrenamiento en habilidades sociales sea inefectivo en los niños con trastorno del espectro autista y déficit de atención con hiperactividad.
¿Conoces a alguien con Asperger? ¿Se te dificulta interactuar con él? ¡Prueba estos tips!
- Piensa en los desafíos sociales que afrontas todos los días e intenta ponerte en el lugar de una persona que genuinamente no los comprende ni sabe cómo afrontarlos.
- Trata de empatizar con su experiencia y procura comprenderla, aunque a veces sea muy distinta a lo “convencional”.
- Interésate por conocer bien a la persona, sus gustos e intereses, sus puntos fuertes y débiles, y las cosas que son importantes para ella.
- Debes hacer explícitos algunos conceptos que para la mayor parte de las personas son obvios, especialmente relativas a las relaciones sociales.
- Utiliza un lenguaje directo y concreto, sin ambigüedades o dobles sentidos. Esto hará que la comunicación sea más sencilla y satisfactoria para la persona.
- Comprende que sus comportamientos no son caprichosos o intencionados. Reflejan una manera distinta de comprender y desenvolverse en el mundo.
- Comprende la importancia de sus rutinas y “rigideces”. Son elementos importantes que le proporcionan seguridad. Puedes ayudar a flexibilizarlas sin imponer tu manera de ver las cosas.
- Pregúntale cuál es la mejor manera de apoyarle. Él te sabrá explicar cuáles son sus puntos fuertes y débiles y cómo prefiere que le ayudes.
En tendamos que el Asperger no es una enfermedad, si no una manera diferente de enfrentar la vida y las diferencias es lo más común que tenemos los humanos y en eso radica el Placer de Ser Saludables.