Desde que vi, tardísimo en la vida, la serie The Office, me enamoré del trabajo de Mindy Kaling. Por eso ahora, cada vez que veo que está involucrada en algo, me lanzó de cabeza a ver. Justamente, eso fue lo que me llevó a ver la serie adolescente Yo nunca (título original en inglés, Never Have I Ever), que está disponible en Netflix. Allí, Kaling es la productora, pero su influencia se ve en el tono del humor, en los temas que se tocan y en lo actual y necesaria que resulta esta comedia juvenil dramática. Ya hay disponibles dos temporadas de este show que cuenta los avatares por los que pasa Devi, una adolescente indio-estadounidense que -tras un año catastrófico- decida darle un vuelco a su vida.
Lo bueno
Yo nunca es una serie juvenil que responde a todo lo que se espera de una serie juvenil: hay historias de bachillerato, dilemas sobre la virginidad, bullying, romance, preocupaciones por el futuro académico, relaciones complicadas con los padres, peleas y reconciliaciones con los amigos, salidas del closet, y errores, muchos errores. Sin embargo, la manera en la que esta serie aborda estos temas clichés es lo novedoso, y todo parte del texto, que es sencillamente maravilloso. El universo de Yo nunca es variado e incluyente, pero de manera orgánica, no para cumplir cuotas o montarse en una ola de redes sociales o seguir un hasthtag. Esta diversidad enriquece las historias y les da profundidad, porque los personajes son tridimensionales, tienen capas. Olvídense de que van a ver algo como Salvado por la campana, Glee o 90210. Esto está más cerca de Mean Girls, Heathers y My so called life. Esta serie se toma muy en serio el humor y no deja títere con cabeza, porque se hace desde la inteligencia y las ganas de decir algo, no desde una reunión de marketing. El humor y el ritmo son maravillosos, así como el elenco (que no son treintañeros pasando por adolescentes) y que entrega actuaciones muy solventes. No hay eslabones débiles, todos lo hacen bien, así su papel sea menor. Que el narrador de la serie sea nada más y nada menos que el legendario tenista estadounidense John McEnroe es uno de esos maravillosos guiños de la serie a la cultura popular que enamoran. Hacía tiempo que no me oía carcajearme con algo en la televisión, y esto lo logró.
Lo malo
Si tuviera que en encontrar una falla en Yo nunca creo que definitivamente sería que es un show que habla siempre desde el privilegio, al menos económico. No hay personajes o historias que tengan conflictos por la falta de recursos. Y sí, no todos los personajes son ricos y pueden notar la diferencia cuando uno lo es realmente. Creo que esta omisión hace que se escape un elemento muy real y vigente, y es que no todas las personas viven de la misma manera ni le pueden llevar el ritmo al estilo de vida de sus amigos. Considero que se perdió la oportunidad de mostrar y eso y de cómo puede afectar a alguien cuando es adolescente.
Lo feo
Quizás el tema del adolescente malcriado está más presente de lo que debería en el personaje protagónico, que si bien ha sido dócil y manejable por mucho tiempo, decide que es tiempo de rebelarse contra no pocos yugos. Sea como sea, me parece que tal vez caer en el cliché de los berrinches y portazos no es lo más acorde con el espíritu del show. Lo que se hacen padres e hijos mutuamente no son cosas leves, por lo que me parece que algunas ocasiones el perdón es un poco sencillo y rápido, pero supongo que cada quien tiene sus parámetros.